Desde el punto de vista clínico, las arrugas pueden ser:
Arrugas estáticas
Son provocadas por los cambios que se producen en el conjuntivo cutáneo con el paso del tiempo. La pérdida de elasticidad, la laxitud cutánea produce “marcas indelebles” persistentes en su superficie. A este tipo pertenecen por ejemplo, las arrugas verticales que a veces surcan la mejilla.
Arrugas dinámicas
También llamadas “líneas de expresión”. Los músculos faciales se “anclan” a la piel, y al contraerse la mueven lo que produce el gesto, la expresión facial. Pero esta contracción repetida, a lo largo de los años, va “hundiendo” la piel, van produciendo “surcos”, arrugas persistentes que son más marcadas cuando el músculo se contrae. Este tipo de arrugas son las que aparecen en la frente, alrededor de los ojos (patas de gallo) o en el labio superior (código de barras).
Arrugas gravitacionales
Son consecuencia de la flaccidez paulatina de la piel. Al caer va dando lugar a pliegues marcados. Ejemplo de este caso son el surco/pliegue nasogeniano (desde la nariz a la comisura de la boca) o las líneas de marioneta, pliegues verticales que aparecen por debajo de la comisura bucal y que dan un aspecto de cansado.
Lo habitual es que en un rostro confluyan en mayor o menor medida, los tres tipos de arrugas. Es necesario identificarlas, establecer a que tipo pertenecen y determinar qué tratamiento esta indicado. En general, podemos realizar varios tipos de tratamiento: